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viernes, 20 de marzo de 2020

EL MAGO DE OZ

Nuestra semana cultural no para a pesar de las circunstancias. 

Desde casa seguimos leyendo e investigando sobre el Mago de Oz. Aquí os dejamos algunos de los trabajos que nos siguen llegando y los resúmenes de los capítulos:





CAPÍTULO 1: UN TORNADO


Dorothy era una niña huérfana que vivía en una granja en media de una inmensa pradera en Kansas. La niña vivía con sus tíos y su perrito Totó. La casa era muy pequeña, sólo tenía una habitación y un sótano donde se refugiaban cuando se producía un tornado.
Un día Dorothy escuchó un extraño silbido, miró por la ventana y vio cómo se inclinaban las altas hierbas de la pradera. De repente, observó a sus tíos corriendo hacia la casa. Cuando llegaron a la puerta abrieron la trampilla del sótano y entraron en el refugio, pero justo cuando Dorothy iba a meterse, Totó saltó de sus brazos y fue a esconderse debajo de la cama. La trampilla se cerró y la casa comenzó a girar y ascendió como si fuera un globo.
Al principio Dorothy estaba muy asustada pensando en el momento que la casa caería de nuevo en la granja, pero con el paso de las horas, se fue calmando hasta que se quedó dormida.




CAPÍTULO 2: EL PAÍS DE LOS MUNCHKINS


Una sacudida fuerte despertó a Dorothy, se sentó de un salto en la cama y notó que la casa ya no se movía. Cuando la niña abrió la puerta, descubrió un paisaje precioso: El césped era de color esmeralda y estaba salpicado de flores multicolores. Aves de brillante plumaje revoloteaban alrededor de árboles gigantescos cargados de frutos.
Un hada se acercó a Dorothy, le acompañaba un grupo de personas muy pequeñas. El hada le explicó que era la Bruja Buena del Norte y que la casa había aterrizado en el país de los Munchkins. La niña se sorprendió cuando el hada le dio las gracias por haber aplastado a la Bruja Malvada del Este. Los Munchkins llevaban gorros con forma de conos adornados con campanitas. La ropa y las botas de los hombres eran de color azul y los vestidos de las mujeres eran blancos con estrellitas brillantes. 
Dorothy le preguntó a la Bruja Buena del Norte cómo podía regresar a Kansas. La bruja le 
aconsejó ir a la Ciudad Esmeralda para pedir ayuda al Mago de Oz. Para ello, debía de 
ponerse los zapatos rojos de la Bruja Malvada del Este y seguir el camino de baldosas amarillas.



CAPÍTULO 3: DOROTHY SALVA A UN ESPANTAPÁJAROS


Dorothy se calzó los zapatos rojos de la Bruja Malvada del Este y comenzó su viaje hacia la 
Ciudad Esmeralda. Por el camino, encontró granjas y casas de los Munchkins. Eran muy 
extrañas. Todas tenían forma circular y una gran cúpula por techo. Estaban pintadas de azul.

Dorothy había recorrido varios kilómetros cuando de repente vio un maizal y decidió trepar 
a la valla para sentarse a descansar. En medio del maizal, un espantapájaros parecía mirar 
a la niña. La cabeza era un saco pequeño relleno de paja con ojos, nariz y boca pintados.
Le habían puesto ropa de Munchkin: un viejo sombrero con forma de cono sobre su cabeza, 
un traje azul claro, viejo y descolorido y un par de viejas botas con adornos celestes.

De pronto, uno de los ojos del espantapájaros le hizo un guiño, movió ligeramente la cabeza
y comenzó a hablar. Le pidió a la niña que lo ayudara a bajar del poste de madera. Una vez 
en el suelo, le preguntó a Dorothy quién era y a dónde se dirigía. El espantapájaros se 
animó y le contó que su cabeza estaba llena de paja y no tenía cerebro. Seguro que el Mago 
de Oz podría ayudarle a él también. Totó no paraba de ladrarle y daba vueltas alrededor del espantapájaros. Pero a él no parecía molestarle. Le confesó a la niña que la única cosa que 
le daba miedo era el fuego. Los dos nuevos amigos decidieron recorrer juntos el camino de baldosas amarillas. 


CAPÍTULO 4. EL HOMBRE DE HOJALATA

Los dos nuevos amigos se adentraron en un bosque oscuro y espeso. Al cabo de un rato, oyeron unos gemidos preocupados, se dirigieron hacia donde se oían los lamentos. Un árbol medio cortado a hachazos parecía estar a punto de caer. De pie al lado del árbol, un hombre hecho de hojalata con un hacha en su mano lloraba inmóvil. Dorothy le ofreció su ayuda sin pensárselo dos veces. El Hombre de Hojalata necesitaba una aceitera para sus articulaciones oxidadas así que la niña corrió a la casita del leñador a por la aceitera. 
Una vez repuesto, el Hombre de Hojalata les contó su triste historia de amor. El leñador estaba enamorado de una munchkin preciosa que ayudaba a la Bruja Malvada del Este limpiando su casa. La Bruja no le permitiría casarse con el leñador porque se quedaría sin esa valiosa ayuda. La Bruja había hechizado su hacha para dañar las diferentes partes de su cuerpo. Menos mal que su amigo el hojalatero había ido reponiendo cada una de las partes primorosamente. El pobre enamorado se había quedado sin corazón. 
Sus nuevos amigos le invitaron a compartir el camino hacia la Ciudad Esmeralda. Todos ellos necesitaban la ayuda del Gran Mago de OZ. Sólo tenían que seguir el camino de baldosas amarillas. 




 

CAPÍTULO 5. EL LEÓN COBARDE


Mientras caminaban por el bosque, escucharon sonidos de animales salvajes. Dorothy y Toto estaban muy asustados. De pronto, de los árboles salió un león enorme. La fiera empujó al Espantapájaros y dio un zarpazo al Hombre de Hojalata. El león quiso matar a Toto, pero Dorothy le dio un golpe en la nariz. La niña le había reñido y llamado cobarde por meterse con seres más pequeños. El león estaba muy arrepentido. Entonces, el rey de la selva explicó a los tres amigos que él era un león cobarde, pero que disimulaba rugiendo a todo aquel que encontraba.
Dorothy y sus amigos le explicaron que iban a la Ciudad Esmeralda, ya que todos ellos necesitaban ayuda del gran Mago de Oz. El león decidió acompañarlos. Él también quería pedirle un deseo al Mago: ¡Quería ser un león valiente! Así que los cuatro amigos acompañados de Toto reiniciaron el camino de baldosas amarillas.







Capítulo 7: EL RÍO

Cuando abandonaron el bosque, llegaron a un río demasiado ancho y profundo para atravesarlo nadando. En la otra orilla, se encontraba el camino de baldosas amarillas, así que el Espantapájaros propuso fabricar un barco para cruzar el río. El leñador construyó una balsa con los troncos de los árboles, y cortó dos varas largas para poder impulsarla. 

De repente, cuando llegaron al centro del río, la corriente empezó a alejar la balsa cada vez más del camino amarillo. El Espantapájaros intentó controlarla, y empujó con tanta fuerza la vara, que se le quedó hundida en el barro del fondo. La balsa fue arrastrada por la corriente, y el Espantapájaros se quedó colgado de su vara en medio del río. 

El león pidió a sus amigos que agarrasen su cola, y se lanzó al río, arrastrando la balsa hacia la orilla. Decidieron regresar para buscar el camino amarillo, y descubrieron que el Espantapájaros estaba aún colgado de su vara. Entonces, una cigüeña se posó junto a ellos y se ofreció a ayudarles. La cigüeña que era muy bondadosa, levantó el vuelo y rescató al hombre de paja. Los cuatro amigos, felices por estar otra vez reunidos, continuaron su aventura por el camino de baldosas amarillas. 

Capítulo 8: El campo de amapolas 

Los cuatro amigos, muy contentos, caminaban por el sendero de baldosas amarillas. Escuchaban el canto alegre de los pájaros y contemplaban las flores multicolores que crecían formando una alfombra preciosa. Las amapolas rojas eran cada vez más abundantes y más escasas las otras flores.
Pronto se encontraron en una pradera completamente cubierta de amapolas. Todo el mundo sabe que cuando hay gran cantidad de este tipo de flores, el aroma es tan fuerte que cualquiera que lo aspire se quedará dormido, y si esta persona no es trasladada lejos de este perfume, puede que siga durmiendo para siempre.
Dorothy y su perrito se quedaron dormidos enseguida. Como el Espantapájaros y el Hombre de Hojalata no eran de carne y hueso, no corrían peligro de quedarse dormidos. El Espantapájaros animó al león para que corriese e intentase salir del campo de amapolas. Ellos cogieron a la niña y a Toto, y caminaron por el sendero. Pronto vieron al león dormido casi al final de la pradera roja. Estaban muy tristes, porque sabían que no tendrían fuerzas para ayudar al león. Tendieron a Dorothy en la hierba y esperaron a que se despertara con la fresca brisa. 








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